Confieso que me entusiasma este programa perpetrado por Simon Cowell, una de las mentes más lúcidas de la TV e inspirador de, entre otros, ese rodillo mediático llamado Risto Mejide.
“
Britain’s Got Talent” nos ha brindado a Paul Potts y a
Susan Boyle, pero es algo más que un concurso descubre talentos. Es una de las expresiones más contundentes de que es posible una televisión de calidad. He seleccionado algunos videos de aspirantes a cantar ante la Reina de Inglaterra (¡ese es el Gran premio!). Pero más allá de las actuaciones (todas ellas extraordinarias), lo que demuestran estos fragmentos empaquetados de pura televisión es que quienes van sobrados de talento son sus artífices.
Estas piezas son, en sí mismas, una maravilla audiovisual: por el equilibrio entre los elementos humanos (el jurado de tres, los concursantes, el
voiceover, el público, la pareja de presentadores), por la forma en cómo explican la historia de cada personaje y por el meticuloso montaje de audio, mezclando con maestría micrófonos, sonido ambiente y edición musical… Los
faders van arriba y abajo, pero siempre al servicio de la historia que nos cuentan. Cada una de ellas es distinta, pero todas se disfrutan con deleite, pues combinan humor, emoción y espectáculo.
Qué prodigio de formato, pero sobre todo de equipo, capaz de poner su talento al servicio del contenido y no de su lucimiento personal; una propuesta a años luz de los
patéticos intentos de lláceres, sardás, morancos y demás fatuos aprendices de cómo se hace auténtica televisión.
Recomendación: Disfrutar cada vez de todo el vídeo, que incluye la actuación, pero es mucho más: una historia única y emocionante. Cada pieza dura entre 4 y 6 minutos, pero no sólo vale la pena: os garantizo que, como aquellas patatas fritas, no podréis “comer” sólo una. De modo que ¡Alerta, causa adicción.