Como proponíamos en el post anterior revisaremos algunas parejas míticas del cine y la televisión que andaban como el perro y el gato, pero seguían juntos.
Crisis temporal
No es patrimonio exclusivo de las infraestructuras. Las parejas, como el AVE, tienen sus baches, sus altibajos y sus socavones. En los periodos de crisis, aparecen los nervios, el humor de perros y la mala leche. Etimológicamente “crisis” significa peligro y oportunidad. Cuando las parejas están el peligro, la narrativa fílmica aprovecha su oportunidad para construir una historia interesante, que enganche. Los guionistas somos unos grandes arruina parejas, porque sabemos que cuando reina la felicidad el interés por los personajes decrece (y el share cae en picado). El vínculo de los guionistas con sus personajes es perverso: mientras con la mano derecha les ponemos palos en la rueda para hacerlos caer, con la izquierda les ayudamos a levantarse y reanudar el camino. Es retorcido, pero fascinante.
¿Cómo poner a la pareja protagonista en un brete?
Primera parte:
A la búsqueda intencionada del conflicto
Uno de los dos realiza maniobras calculadas con las que aguijonea, ofende y espolea al otro. El objetivo puede ser digno, pero por lo general es más bien censurable. Nadie mejor que el maestro William Shakespeare y sus excelentes Comedias de Conflicto para ilustrarlo:
Petruccio y Catalina
La fierecilla domada
Petruccio hace la corte a Catalina, la fierecilla del título, fingiendo que la encuentra tanto más dulce y amable cuanto más le maltrata; consigue luego llevarla al altar, y tanto en la ceremonia nupcial, como en casa del suegro o en la suya, somete a Catalina a humillaciones y desaires: La priva de comida y de sueño, fingiendo que los alimentos no son dignos de ella y que la cama está mal hecha; le impide que se vista elegantemente, apaleando al sastre y al sombrerero y rechazando sus exquisitos adornos; le obliga a aceptar y repetir sus más absurdas afirmaciones (por ejemplo, que el claro de luna es el brillo del sol, que es por la mañana cuando es por la tarde). Por fin, la vuelve a llevar completamente domada a casa de su padre.
Para su versión, Franco Zeffirelli contó con Richard Burton y Elizabeth Taylor, a la sazón pareja real con su propio averno conyugal. El clásico de Shakespeare “The Taming of the Shrew” ha conocido innumerables versiones: como la castiza (con Alberto Closas y Carmen Sevilla), la musical “Kiss me Kate” (con Kathryn Grayson y Howard Keel), la muda (con Mary Pickford y Douglas Fairbanks), la afroamericana “Líbranos de Eva” (con Ll Cool J y Grabielle Union ), o la juvenil “10 razones para odiarte” (con el tándem Heath Ledger-Julia Stiles).
Patrick y Kat
10 razones para odiarte
Odio cómo me hablas y también tu aspecto.
No soporto que lleves mi coche ni que me mires así.
Aborrezco esas botas que llevas, y que leas mi pensamiento.
Me repugna tanto lo que siento que hasta me salen las rimas.
Odio que me mientas y que tengas razón.
Odio que alegres mi corazón,
pero aun más que me hagas llorar.
Odio no tenerte cerca y que no me hayas llamado.
Pero sobre todo odio no poder odiarte;
porque no te odio, ni siquiera un poco,
nada en absoluto…
Al igual que en la comedia de Cool-Union en ésta la pareja no llega a contraer matrimonio (será para adaptarse a los tiempos que corren), pero el planteamiento argumental es el mismo: el protagonista es “contratado” por otros chicos para que seduzca a la hermana mayor de sus enamoradas, un hueso duro de roer, y así tengan vía libre para sus propias conquistas. Tras una tumultuosa relación en la que incluso llegan a dispararse (!), los contendientes acaban realmente enamorados, lo que garantiza un edulcorado final, muy a lo Shaksper: “está bien lo que bien acaba”.
Claro, que, teniendo en cuenta lo que Patrick es capaz de hacer por llamar su atención, es lógico que Kat acabe cediendo a su… en-canto.
Un film que guarda relación con los anteriores es “Cómo perder a un chico en 10 días”, aunque en este caso el reto se formula al revés: no se trata ya de capturar una presa sino de hacerle la vida imposible para que acabe rompiendo la relación. La propuesta es espeluznante, por esto se articuló como comedia.
Andie y Ben
Cómo perder un chico en 10 días
─ Creo que... al final has hecho tu trabajo.
─ Así es.
─¿Querías perder a un chico en diez días? Enhorabuena, lo has conseguido, acabas de perderlo
─ No lo he perdido, Ben; porque no se pierde algo que nunca has tenido.
A Kate Hudson le cuesta poco seducir a Matthew McConaughey, pero le resultará bastante más complicado convencerlo de que rompa con ella para así poder escribir un artículo que demuestre su tesis. Y eso que la chica se emplea a fondo (la secuencia de la partida de cartas con los amigos es tremenda). En su pecado Andie lleva su penitencia, ya que ─como cabía esperar─ lo que empieza como un reto periodístico acaba convirtiéndose en el amor de su vida, que ella misma se ha encargado de dinamitar con su maquiavélica jugada.
¿Existe peor motivación que la vanidad para destrozar una relación? ¿Qué tal... la venganza?
Miles y Marilyn
Crueldad intolerable
─ ¿Ella tiene abogado?
─ No, tiene rottweilers.
─ Mala señal.
Miles Massey es un famoso abogado experto en divorcios. Su hastío a causa del éxito termina cuando conoce a Marylin Rexroth, la esposa de un rico constructor cliente de Miles, al que tiene atrapado por una infidelidad. Fascinado por la belleza de Catherine Zeta-Jones intenta pactar un acuerdo, pero se encuentra con una mujer de carácter:
─ Tal vez se crea muy duro, pero yo me meriendo a los hombres como usted. He invertido cinco años completos en mi matrimonio con Rex y he conseguido trincarle con el culo al aire. Ahora mandaré a que lo disequen, lo enmarquen, e invitaré a mis amigas a jugar a los dardos…
─ Odia a los hombres.
─ Los que van a los safaris no odian a los animales...
Espoleado por la seguridad en sí misma de Marilyn, Miles ─que “busca un culo para hacer diana”─ consigue ganar el caso y dejarla sin un dólar. Pero ella, lejos de amilanarse, planea vengarse del abogado usando sus mejores armas: lo enamora, se casa con él y plantea un divorcio que puede dejarlo arruinado y humillado.
─ Imagino que es carnívora.
─ Ji, ji… Señor Massey, no se hace una idea…
Lo de contraer matrimonio como garantía de asegurarse un buen divorcio es práctica corriente en la pantalla. Sigourney Weaver nunca estuvo tan colosal y glamourosa como en “Heartbreakers” (Rompecorazones), un título mucho más apropiado que el simplón “Las seductoras”, que es como se bautizó aquí.
Max y Dean
Las seductoras
Max y su hija Page forman un equipo de estafadoras que se dedica a la captura de hombres que caen prendidos en sus bellas redes. Max selecciona a sus futuras víctimas, hombres ricos, con los que contrae matrimonio. Entonces Page comienza su actuación seduciendo a estos, con el único objetivo de que Max les pille con las manos en la masa, no sin antes haber pactado una importante pensión alimenticia. El montaje se complementa con la pérfida estrategia calienta braguetas de Sigourney, que ya se pone de manifiesto en las primeras imágenes de la película:
Esto sí es congelar una relación. El problema para Max es que Dean, un divertido Ray Liotta, descubre el pastel y decide unirse al grupo de estafadoras. Y mientras tanto, los chicos retoman su “relación” sin aclarar si sus sentimientos son de amor o de odio.
Y es que la sombra del "ex" acaba siendo muy alargada; aunque éste es otro asunto que merece su propio monográfico. Quizá one of this days...
PRÓXIMA ENTREGA:
Catalizadores externos en las crisis de pareja
1 perplejos apuntes:
Al final me he quedado prendada con tu blog, está muy trabajado y es original.
Sobre el tema del post, a mí siempre me ha llamado la atención como suelen formularse en clave de comedia historias que son un auténtico drama. Dos ejemplos:
-La guerra de los Rose: ese clásico de TVE, siempre tan socorrido. Cada vez que la vuelvo a ver me deprimo. Tanta pasión para nada.
-Separados (spoiler): publicitada como "comedia romántica", con dos actores del género para más inri. En conjunto, pese a algún que otro sketch cómico, me pareció una película muy triste. Ella intenta salvar su matrimonio forzando la ruptura, él acepta el juego y para cuando al fin se dan cuenta de lo que quieren ya es tarde. Es cierto que deja un rayito de esperanza para una segunda oportunidad, pero esa sensación de ya nada volverá a ser igual deja un regusto muy amargo.
Saludos y suerte.
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