En los últimos meses el cine nos viene ofreciendo el fin del mundo en múltiples versiones: 2012, El libro de Eli, Señales del futuro, The Road (la carretera)… El Apocalipsis está de moda, no tanto como amenaza sino como espectáculo. Y si hay alguien apuntado sine die al carro del show extremo son los iluminados de La Sexta.
La cadena verde viene a ser el Mourinho de las televisiones: vanidosa, bravucona, agresiva, vehemente, provocadora, ofensiva hasta el desprecio y, por momentos, despreciable. Práctica habitual es poner a parir a la competencia. A cada pequeño éxito de Cuatro o Telecinco, la emprenden a hachazos para minimizar el efecto. Todo vale. Y, a fuerza de reír sus propias gracias, acaban creyéndose todo tipo de sandeces.
Otro de sus punching ball es la Conferencia Episcopal y su brazo mediático: la COPE. Hasta ahí resulta comprensible; pero la necesidad de ser (o sentirse) graciosos les lleva a traspasar la línea entre las instituciones religiosas y la fe genuina de los creyentes.
Sacuden cuanto pueden, pretendiendo que lo suyo es humor inteligente cuando las más de las veces no pasa de la blasfemia de sal gorda. Una cosa es ser crítico y otra irreverente. Reírse de “los curas” es un clásico nacional tan institucionalizado como hacer chanza de los políticos o de las suegras; ofender la creencia espiritual –si se me permite la expresión- no tiene perdón de Dios. ¿Intencionalidad? Pura ignorancia, más bien. En cuanto abordan asuntos teológicos se confunden más que Dinio en la noche marbellí.
Ahora andan metidos en contra-ofertar a la campaña de los obispos en internet eleccionescuantoantes una satírica réplica: juiciofinalcuantoantes. Su objetivo es recoger más firmas que los otros y, de paso, mantener viva la llama de la audiencia, un ídolo de barro al que veneran con el mismo fervor y fundamentalismo que reprochan a los cristianos. Para estos el Juicio Final no será más que un trámite, con abogado defensor infalible de ríete tú de Perry Mason; la antesala de un viaje que se prolonga hacia delante, como el final de Perdidos.
En cambio, a los que han perdido el juicio tentando a Dios, cabría recordarles que perder "aquel otro" tiene consecuencias irreversibles, sin pausas publicitarias, ni jocosos “intermedios”.
La cadena verde viene a ser el Mourinho de las televisiones: vanidosa, bravucona, agresiva, vehemente, provocadora, ofensiva hasta el desprecio y, por momentos, despreciable. Práctica habitual es poner a parir a la competencia. A cada pequeño éxito de Cuatro o Telecinco, la emprenden a hachazos para minimizar el efecto. Todo vale. Y, a fuerza de reír sus propias gracias, acaban creyéndose todo tipo de sandeces.
Otro de sus punching ball es la Conferencia Episcopal y su brazo mediático: la COPE. Hasta ahí resulta comprensible; pero la necesidad de ser (o sentirse) graciosos les lleva a traspasar la línea entre las instituciones religiosas y la fe genuina de los creyentes.
Sacuden cuanto pueden, pretendiendo que lo suyo es humor inteligente cuando las más de las veces no pasa de la blasfemia de sal gorda. Una cosa es ser crítico y otra irreverente. Reírse de “los curas” es un clásico nacional tan institucionalizado como hacer chanza de los políticos o de las suegras; ofender la creencia espiritual –si se me permite la expresión- no tiene perdón de Dios. ¿Intencionalidad? Pura ignorancia, más bien. En cuanto abordan asuntos teológicos se confunden más que Dinio en la noche marbellí.
Ahora andan metidos en contra-ofertar a la campaña de los obispos en internet eleccionescuantoantes una satírica réplica: juiciofinalcuantoantes. Su objetivo es recoger más firmas que los otros y, de paso, mantener viva la llama de la audiencia, un ídolo de barro al que veneran con el mismo fervor y fundamentalismo que reprochan a los cristianos. Para estos el Juicio Final no será más que un trámite, con abogado defensor infalible de ríete tú de Perry Mason; la antesala de un viaje que se prolonga hacia delante, como el final de Perdidos.
En cambio, a los que han perdido el juicio tentando a Dios, cabría recordarles que perder "aquel otro" tiene consecuencias irreversibles, sin pausas publicitarias, ni jocosos “intermedios”.
Dialigados
─ Mi padre dice que, de haber juicio final, los ricos irían con sus abogados; pero a mi madre no le hace gracia.
La lengua de las mariposas
6 perplejos apuntes:
"De todo hay en la viña del Señor", y digo más, TIENE que haber de todo.
Ejemplo: a ti no te gusta, y a mí me encanta el Dr. Monzón.
No suelo seguir mucho El intermedio, pero me pasa como al Ratón, a mi el señor Monzón, y su humor ácido (que suelta sobretodo cuando lo entrevistan, más que cuando es el que presenta), me gusta.
Un saludo amigo.
Yo no he dicho que no me guste Wyoming ni su programa; lo que digo es que, cuando se ponen con estos asuntos, pierden el "oremus" !)
A mí me encanta Buenafuente y "peca" exactamente de lo mismo. Lo cortés no quita lo valiente !)
¡Y no me digas que no estuvieron geniales cuando se intercambiaron los programas!!!
Mira Perplejo, Thais Villas ha sido declarada “persona non grata” en mi Hermandad y tampoco veo por qué hay que rasgarse tanto las vestiduras.
Yo no puedo opinar mucho al respecto, porque no sigo mucho la tele, y por lo tanto el intermedio o el Buenafuente tampoco, pero sin duda es una salida de tono lo de las firmas.
Estoy contigo.
Saludos
Pues no veo la ofensa por ningún lado. ¿No parodió ya hace siglos el muy católico apostólico y romano Francisco de Quevedo el juicio final en sus "Sueños"?
Vamos a ver, si los obispos pueden hacer campaña política, entonces la sexta puede hacer campaña religiosa ¿no?
Al menos yo entiendo que lo que se critica con esa parodia es la intromisión de una institución religiosa en la vida política. Que los obispos, obviamente, están en su derecho a opinar, igual que los demás están en suyo de parodiarlos, ambos amparados bajo el mismo artículo de la constitución.
A mí particularmente me da mucha rabia que estas cosas se hagan en nombre de los creyentes, porque la Coferencia Episcopal no representa las ideas políticas de sus fieles, sino su aceptación de determinada profesión religiosa cuya doctrina nadie interpreta de la misma manera (siempre he pensado que los católicos españoles son más protestantes que otra cosa). En este sentido la Iglesia no puede ni debe ser entendido como un lobbie de presión más, salvo para aquellas cuestiones que les afecten directamente (ayuda humanitaria o conservación del patrimonio arquitectónico y artístico religioso, por ejemplo), puesto que la masa ideológica que dicen representar en otros aspectos (economía, salud, educación) no existe como tal. ¿No hay católicos del PSOE o qué?
Y, carajo, ¿ya no nos podemos chotear de los principitos y quieres quitarnos también la COPE? Nos moriríamos de aburrimiento.
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