Andaba estos días apurando los últimos días de rebajas, y consultando catálogos de películas en dvd por Internet me topé con una cibertienda completísima, de diseño ágil y atractivo.
Para facilitar las búsquedas a sus clientes incluye un menú de géneros cinematográficos y me llamó la atención localizar entre la habitual nomenclatura (drama, comedia, musical, western…) la etiqueta “temática gay”. Que yo sepa, aunque la edad se encarga de recordarle a uno que cada vez se sabe menos y se intuye más, no existe como género estándar uno que agrupe films "de y sobre personas afectas a su mismo sexo", que diría el María Moliner. Sí se organizan festivales en torno a la homosexualidad, cuyo espíritu ludico-festivo traspasa las proyecciones. Pero, claro, también están los certámenes de cine social y de valores, de la naturaleza, deportivo, solidario, gastronómico… y no por ello las temáticas que los inspiran se consideran categoría cinematográfica.
Sorprende -a mí al menos- que la tienda virtual pase por alto en su página principal genéricos tan consolidados como el cine negro, el fantástico o el bélico. Tampoco incluye subgéneros de gran aceptación como la comedia romántica, el gore o el thriller psicológico. Eso sí: en un solo clic el sistema permite apiñar todos aquellos títulos sobre “temática gay” archivados en la base de datos.
O los propietarios de la cibertienda saben que entre su clientela habitual destaca un perfil que agradecerá este atajo en sus consultas, o el catálogo de films relacionados supera con creces las pelis de abogados, superhéroes, atracos y extraterrestres, por poner algunos ejemplos tradicionales que no obtienen el mismo trato preferencial. Obviamente lo segundo no es, lo que lleva a la siguiente reflexión: En un tiempo en el que se hace bandera del individualismo y la mayoría de la gente detesta que se les clasifique da la impresión de que el colectivo gay no sólo no rechaza las etiquetas sino que cuantas más les atribuyan más contentos se ponen.
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