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Se acabaron los tiempos de gritar “cheese”, decir “patata” o mirar al pajarito (expresión bastante fea, por cierto). La estrella de SONIMAGFOTO ha sido una cámara digital que se dispara en cuanto detecta un rostro sonriente. Aunque nos lo vendan como una novedad, hace años que convivimos con cámaras similares, que se activan automáticamente al detectar algo, concretamente el exceso de velocidad. Luego esto de ahora es una especie de radar de felicidad o algo por el estilo.
Traspasada la frontera de la anécdota uno se detiene a pensar qué habrá llevado a los técnicos a diseñar un dispositivo como éste. De acuerdo que somos muchos los ineptos incapaces de lograr una instantánea decente, pero la revolución digital ha logrado que nos ahorremos millones de euros en carretes y papel fotográfico. Ahora podemos hacer todas las pruebas que queramos, repetir doscientas veces la misma foto hasta que nos salga y, de paso, ahorrarle serios problemas ecológicos a nuestra madre Tierra. ¿Por qué una cámara sabihonda que no funciona hasta que la gente sonríe? Y más allá: ¿Es necesaria la sonrisa para obtener una buena fotografía?
El ji-ji-ji-ja-ja-ja está muy bien para según qué situaciones; en otras es inapropiado. No soy capaz de imaginarme un álbum familiar con fotografías exclusivamente de gente sonriendo. Los recuerdos gráficos son evocaciones de los momentos en que fueron capturados. La vida es compleja, heterogénea, pendular. Caben el gozo y la alegría, pero también todo lo demás. Una colección fotográfica de sonrisas -salvo que seas odontólogo y archives a tus mejores clientes- es una compilación parcial, selectiva, distorsionada.
A partir de ahora, si la máquina no funciona, no es culpa de la técnica sino nuestra. ¿No hay sonrisa? Tampoco hay foto. Perversa idea la de una cámara que se niega a retratar la "infelicidad", la de un aparato que deja de estar a nuestro servicio para determinar qué instantáneas deben realizarse y cuales deben ser descartadas.
Recuerdo un mediometraje del tándem Mercero-Garci que se llamaba “La Gioconda está triste”. Planteaba un Apocalipsis insólito: el mundo se hallaba frente a su final porque había perdido la capacidad de reír. Se convocaba a la humanidad entera a esbozar una sonrisa para evitar el cataclismo, pero fracasaban y el mundo se desintegraba. No era una idea tan descabellada. Pese al esfuerzo de los publicitarios por incentivar la sonrisa (para vendernos dentríficos, tratamientos estéticos o productos de telefonía móvil) lo que realmente ocurre en nuestro Mundo y a nuestro Mundo no invita al optimismo y mucho menos al júbilo desbordante. Así que, después de todo, puede que no sea tan mala idea recordarle a la gente que tiene que sonreír, porque si esto sigue degenerando a lo peor quien ría el último será el último que ría.
Dedicado a Abel, por su 40 cumpleaños. ¡Bienvenido al Club!
2 perplejos apuntes:
Una cámara que detecta la felicidad... Da para un guión fantástico (de fantasía) y ¿para cuándo una que detecte quién dice la verdad, quién te ama o quién es el culpable y ¡flash! foto al canto?
Dos cosas:
1) sobre tu idea para un guión, ¡escríbelo!
2) en cuanto a la cámara que detecta la verdad, ahí tienes el aparatejo que usa Rick Deckard en "Blade Runner". Film del que, por cierto, se proyecta hoy aquí, en Sitges, la versión "definitiva" del director, commemorando su 25º Aniversario.
Gracias por participar, Félix. Y ánimo con ese guión.
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