"Y lo lleva muy bien" sería una expresión bastante positiva si no fuera por el contexto en que la escuché. La pronunció una tal Toya, viuda de diplomático, estirada -en cuanto a modales y también en lo quirúrgico- y madre de uno de los solteros de oro del reality "¿Quién quiere casarse con mi hijo?". Se defendía la mujer de las acusaciones de racismo, arguyendo que no tiene "nada en contra de las negras", que incluso una de sus mejores amigas lo es. "¡Pero negra-negrísima!... Y lo lleva muy bien".
Con un personaje como éste no sorprende que la nueva apuesta de Cuatro sea un éxito, ni asombra el revuelo que Toya ha levantado en las redes sociales. Incluso a quienes no comulgamos con estos formatos puede hacernos reír muchísimo. El programa tiene un buen título, pero no responde a la realidad. Debería llamarse "¿Quién merece casarse con mi hijo?", ya que la batalla real es entre suegra y futuribles nueras. Este jugoso conflicto ancestral propicia los mejores momentos y es, de hecho, la clave del éxito.
Otra de las razones por las que seduce a la audiencia nos la sirve en bandeja una reciente encuesta de Procter&Gamble que afirma que ocho de cada diez españolas priman la posición económica de su compañero sentimental sobre el atractivo físico. Décadas atrás las mujeres contestaban que querían hombres buenos y honestos; después cambiaron a padres cariñosos que las hicieran reír; ahora -quizá por la crisis (no sólo económica)- ganan los de cartera abultada.
En televisión, posición económica y fama son equivalentes. "Ya puede ser feo el muchacho, que si gano a las otras golfas y me elige a mí seré famosa" parece ser consigna común a todas las aspirantes. Y no importa lo que se haya de hacer para conseguirlo: mentir, desnudarse, dejarse humillar, hacer el paripé, jugar sucio, dinamitar la autoestima de las demás, insultar, menospreciar, renunciar a la dignidad... Todo vale con tal de conquistar al macho alfa, aunque éste sea muy mono y un completo sinvergüenza (como es el caso de alguno). Y si se ha de ser "católica, del PP y del Real Madrid" -que es el perfil que exige Toya- pues se es.
Con un personaje como éste no sorprende que la nueva apuesta de Cuatro sea un éxito, ni asombra el revuelo que Toya ha levantado en las redes sociales. Incluso a quienes no comulgamos con estos formatos puede hacernos reír muchísimo. El programa tiene un buen título, pero no responde a la realidad. Debería llamarse "¿Quién merece casarse con mi hijo?", ya que la batalla real es entre suegra y futuribles nueras. Este jugoso conflicto ancestral propicia los mejores momentos y es, de hecho, la clave del éxito.
Otra de las razones por las que seduce a la audiencia nos la sirve en bandeja una reciente encuesta de Procter&Gamble que afirma que ocho de cada diez españolas priman la posición económica de su compañero sentimental sobre el atractivo físico. Décadas atrás las mujeres contestaban que querían hombres buenos y honestos; después cambiaron a padres cariñosos que las hicieran reír; ahora -quizá por la crisis (no sólo económica)- ganan los de cartera abultada.
En televisión, posición económica y fama son equivalentes. "Ya puede ser feo el muchacho, que si gano a las otras golfas y me elige a mí seré famosa" parece ser consigna común a todas las aspirantes. Y no importa lo que se haya de hacer para conseguirlo: mentir, desnudarse, dejarse humillar, hacer el paripé, jugar sucio, dinamitar la autoestima de las demás, insultar, menospreciar, renunciar a la dignidad... Todo vale con tal de conquistar al macho alfa, aunque éste sea muy mono y un completo sinvergüenza (como es el caso de alguno). Y si se ha de ser "católica, del PP y del Real Madrid" -que es el perfil que exige Toya- pues se es.
3 perplejos apuntes:
Estoy totalmente de acuerdo. Ya se hace absolutamente cualquier cosa por la fama (televisiva).
Saludos,
http://javicrespo.blogspot.com/
No lamento el perderme este programa.
Saludos
¿Qué fue de El hombre perplejo?
Ganas de saber de usted.
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