No sé si habrá sido cosa del azar o existe una conexión subliminal, pero anoche me sorprendí viendo el episodio piloto de una serie de televisión que se titula Suits (Trajes). No, no trata sobre la trama Gürtel. La cosa va de abogados: Uno de los protagonistas es un joven con memoria fotográfica que se gana la vida haciendo exámenes finales por encargo. A pesar de que es capaz de retener todo aquello que ve o lee, Mike vive en la precariedad, pues ha enfocado mal su habilidad natural y sus clientes -incapaces de tirar adelante sus propias carreras, pero en absoluto idiotas- le pagan mal sus servicios con la amenaza de denunciarle por hacer algo ilegal.
Acuciado por una necesidad familiar extrema, Mike acepta enfangarse aún más haciendo de camello. El chico escapa por los pelos de lo que era una trampa policial al infiltrase en un "casting de abogados novatos", donde consigue (exhibiendo sus cualidades) plaza de asociado junior en un bufete de prestigio. Allí descubre la diferencia entre la capacidad extraordinaria que atesora y el talento que creía tener. De nada sirve ser un superdotado si la gestión de ese don te convierte en un desgraciado.
Hace poco se estrenó un film muy interesante: Sin límites. El título hace referencia al potencial del cerebro humano que, de todos es sabido, apenas usamos en una parte nimia. Gracias a un fármaco experimental, el del protagonista se revoluciona al punto de reconocer cualquier dato alojado en su memoria y conectarlo con otros. Esto le procura habilidades como las de aprender un idioma en un día, artes marciales sobre la marcha (recordando secuencias de películas de kárate), capacidad de prever movimientos de la Bolsa, etc.
Convertido en una suerte de semidiós, Eddie cree tener el mundo a sus pies (dinero, mujeres, fama...); pero esta viagra del cerebro (que no es azul sino transparente) tiene nocivos efectos secundarios y es él quien acaba, como diría un cubano, enredado en las patas de los caballos.
Son sólo dos ejemplos (de ficción pero nada ficticios) de la gran paradoja humana: un enorme potencial mal gestionado. Cuando el talento se orienta a satisfacer las necesidades propias, tarde o temprano se convierte en maldición. Como ven, nada que ver con el caso Gürtel.
Acuciado por una necesidad familiar extrema, Mike acepta enfangarse aún más haciendo de camello. El chico escapa por los pelos de lo que era una trampa policial al infiltrase en un "casting de abogados novatos", donde consigue (exhibiendo sus cualidades) plaza de asociado junior en un bufete de prestigio. Allí descubre la diferencia entre la capacidad extraordinaria que atesora y el talento que creía tener. De nada sirve ser un superdotado si la gestión de ese don te convierte en un desgraciado.
Hace poco se estrenó un film muy interesante: Sin límites. El título hace referencia al potencial del cerebro humano que, de todos es sabido, apenas usamos en una parte nimia. Gracias a un fármaco experimental, el del protagonista se revoluciona al punto de reconocer cualquier dato alojado en su memoria y conectarlo con otros. Esto le procura habilidades como las de aprender un idioma en un día, artes marciales sobre la marcha (recordando secuencias de películas de kárate), capacidad de prever movimientos de la Bolsa, etc.
Convertido en una suerte de semidiós, Eddie cree tener el mundo a sus pies (dinero, mujeres, fama...); pero esta viagra del cerebro (que no es azul sino transparente) tiene nocivos efectos secundarios y es él quien acaba, como diría un cubano, enredado en las patas de los caballos.
Son sólo dos ejemplos (de ficción pero nada ficticios) de la gran paradoja humana: un enorme potencial mal gestionado. Cuando el talento se orienta a satisfacer las necesidades propias, tarde o temprano se convierte en maldición. Como ven, nada que ver con el caso Gürtel.
4 perplejos apuntes:
No quiero ejercer de troll, pero en realidad lo de que no usamos ni un 10% del cerebro, es una de las grandes leyendas urbanas perpetradas gracias al cine. Usamos bastante más que eso, pero la iea de la película no deja de ser interesante. ;)
De ahí que evite decir cantidades... aunque la infrautilización es evidente; sobre todo en casos muy concretos en tertulianos de televisión, por ejemplo !)
Que gran razón tienes¡
Si fueramos un poco más altruistas, todo sería muy distinto. Pero lo veo imposible, a no ser que hubiera un cambio radical en la sociedad, cosa que veo muy utópica.
Saludos
Serreina: Lo habrá, no lo dudes !)
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