Tuve la fortuna de coincidir en el instituto con una alumna ejemplar. Era puntual, nunca se saltaba una clase y vivía un romance eterno con los sobresalientes. Además, era una fuera de serie tomando apuntes, que después pasaba a limpio con caligrafía impecable.
Llegó a la universidad con su Matrícula de Honor bajo el brazo, laurel al alcance de algunos elegidos. Por si fuera poco no era ni fea, ni antisociable, ni egoísta, esos atributos estandarizados de los empollones. En términos balompédicos era la anti-Ibrahimovic, pues, al contrario que el sueco ex-barcelonista, no iba por ahí exigiendo un trato de crack; más bien era modesta y generosa. Así que, estés donde estés hoy: gracias compañera por no negarnos jamás tus apuntes, cuyos facsímiles fotocopiados circulaban más allá de nuestro aula, y gracias a los cuales muchos pudimos preparar exámenes y trabajos. Es un mérito que seguro no quedó contemplado en tu deslumbrante Matrícula de Honor académica, pero que igualmente te pertenece.
También tengo una amiga que utiliza un curioso sistema para reforzar su retentiva: mientras conduce se dedica a memorizar cuantas matrículas de coche se ponen a su alcance. En un trayecto corto puede codificar y almacenar varias decenas. Parece una memez, pero es como si levantase pesas con las neuronas y está de un “cachas” sináptico que impresiona.
A los que sí nos tienen tomada la matrícula es a los padres que deseamos que nuestros hijos reciban algún tipo de formación complementaria, por lo general de tipo artístico: danza, pintura, teatro, manualidades… aunque alcanza a las de índole deportiva e idiomática.
Siempre me he preguntado por qué es obligatorio abonar una matrícula en academias y gimnasios. Si se paga una cuota mensual por las clases, que incluye el derecho a utilizar las instalaciones y los seguros obligatorios, ¿qué sentido tiene para el cliente pagar un plus -de entrada y no reembolsable- a cambio de NADA? En la educación privada el pago inevitable es parte del sistema, supuestamente para conseguir una mayor calidad; pero imagínense que el mecánico, el electricista, la asistenta o el informático nos cobra, además de las horas, las piezas, el desplazamiento y el IVA, una matrícula para tener derecho a que nos hagan un servicio de mayor calidad.
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Llegó a la universidad con su Matrícula de Honor bajo el brazo, laurel al alcance de algunos elegidos. Por si fuera poco no era ni fea, ni antisociable, ni egoísta, esos atributos estandarizados de los empollones. En términos balompédicos era la anti-Ibrahimovic, pues, al contrario que el sueco ex-barcelonista, no iba por ahí exigiendo un trato de crack; más bien era modesta y generosa. Así que, estés donde estés hoy: gracias compañera por no negarnos jamás tus apuntes, cuyos facsímiles fotocopiados circulaban más allá de nuestro aula, y gracias a los cuales muchos pudimos preparar exámenes y trabajos. Es un mérito que seguro no quedó contemplado en tu deslumbrante Matrícula de Honor académica, pero que igualmente te pertenece.
También tengo una amiga que utiliza un curioso sistema para reforzar su retentiva: mientras conduce se dedica a memorizar cuantas matrículas de coche se ponen a su alcance. En un trayecto corto puede codificar y almacenar varias decenas. Parece una memez, pero es como si levantase pesas con las neuronas y está de un “cachas” sináptico que impresiona.
A los que sí nos tienen tomada la matrícula es a los padres que deseamos que nuestros hijos reciban algún tipo de formación complementaria, por lo general de tipo artístico: danza, pintura, teatro, manualidades… aunque alcanza a las de índole deportiva e idiomática.
Siempre me he preguntado por qué es obligatorio abonar una matrícula en academias y gimnasios. Si se paga una cuota mensual por las clases, que incluye el derecho a utilizar las instalaciones y los seguros obligatorios, ¿qué sentido tiene para el cliente pagar un plus -de entrada y no reembolsable- a cambio de NADA? En la educación privada el pago inevitable es parte del sistema, supuestamente para conseguir una mayor calidad; pero imagínense que el mecánico, el electricista, la asistenta o el informático nos cobra, además de las horas, las piezas, el desplazamiento y el IVA, una matrícula para tener derecho a que nos hagan un servicio de mayor calidad.
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―Puedo darte las matriculas de los seis coches que hay aparcados fuera. Puedo decirte que la camarera es zurda y que el tío sentado en el rincón pesa 98 quilos y sabe defenderse. Sé que el mejor sitio para buscar un arma es la cabina del camión gris de ahí fuera; y que a esta altitud podría hacer un sprint de 800 metros sin que después me temblaran las piernas. ¿Cómo puedo saberlo? ¿Cómo puedo saber eso y no quién soy?
7 perplejos apuntes:
sabes? yo en los trayectos largos cuento los coches por colores y cuando llego al destino los apunto para sumar los de la vuelta, es curioso encontrarte con que de donde yo vivo (más o menos por Alicante XD) a Madrid (ida y vuelta) puedes llegar a ver 11 amarillos 20 blacos 52 azules 43 negros y 0 verdes XD
Vaya estupenda reflexión. Da que pensar. Lo que esta claro, es que espero que el sistema educativo actual, cambie y a mucho mejor, sino no veo un buen futuro para mis hijos, aunque yo hare todo lo posible por su formación, cueste lo que cueste.
Yo también tengo que agradecer mi diploma universitario a una estupenda mujer, que en el úlimo año de carrera, me paso sus apuntes, pues yo ya había empezado a trabajar a jornada completa, y no podía asistir a clase. Gracias a ella, aprobe la carrera, y es más aún fue más generosa, cuando permitio que se casara conmigo, y me diera dos estupendos hijos. Una mujer impresionante, le debo mi vida.
Por cierto, tengo problemas para votar en los Bitacoras, pero cuenta con mi voto.
Un abrazo
Cheesiry66: Tú eres de Ciencias, fijo XD
PD: Hay que ser muy especial para llevar un coche verde; ni aunque sea un "escarabajo"... !)
Serreina: Preciosa historia, vive Dios !)
Pues no XD en realidad soy de letras puras, doy todas las lenguas que te permite estudiar en el instituto la educación pública jeje ^^
cheesiry66: Glups !) En cualquier caso, bienvenida a este chiflado lugar y gracias por tus aportaciones !)
En mi país la formación pública terciaria es muy buena y no hay matrículas, pero las escuelas y liceos públicos están superpoblados y por eso elegí mandar a mis hijas a instituciones privadas... y también sufro las matrículas.
Me hubiera gustado encontrarme con una compañera como la tuya cuando hice mi carrera, la hubiera apreciado mucho, sin dudas.
Saludos!
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