Aunque haya propiciado la gran revolución tecnológica de nuestra Era, la digitalidad es de lo más elemental y primario: cero/uno, sí/no, abierto/cerrado, on/off, conexión/desconexión. Todo se reduce a dos únicas opciones, dos caminos alternativos que se niegan el uno al otro; aunque combinados produzcan no pocos contrasentidos y la elección, en virtud de su trascendencia, resulte casi siempre paradójica:
¿Qué garantiza la seguridad: conectar una alarma o desconectar el temporizador de una bomba? Si estamos a oscuras, abriremos el interruptor; pero si además huele a gas, nos aseguraremos de cerrarlo.
Conectar o desconectar: dos conceptos que suscitan un debate ético cuando la decisión afecta a la vida y a la dignidad, pero que pueden resultar intercambiables al integrarse en nuestra cotidianidad.
El reciente Paréntesis Primaveral (a.k.a. Semana Santa) ha sido para muchos una oportunidad de CONECTAR: con sus aficiones y los hobbies que el día a día les impide practicar; con su lado más perverso o gamberro, o rural o bucólico; con su espíritu aventurero, anacoreta, sibarita o seductor; con su lista de asuntos pendientes, ya sean reparaciones caseras, actualización del correo electrónico, visionado continuo de series bajadas de Internet o visitas a amigos; con su yo interno, su fe o sus adormecidos instintos, como leer, hacer el amor con su pareja o simplemente pensar (no confundir con pensar simplemente).
Otros tantos han elevado a categoría de experiencia vital el arte de DESCONECTAR: de un trabajo que odian o llamadas telefónicas que les abruman; de rutinas amenazantes, sedentarismo o estrés; de dietas opresoras, relojes omnipresentes y transportes públicos; o de contaminaciones atmosféricas, acústicas y, sobre todo, informativas.
Todos ellos, optasen por conectar o desconectar, con/de la realidad, con/de su vida paralela, aspiraron primero a ello, se empeñaron en obtenerlo y, finalmente, lo consiguieron. Es el triunfo de la dualidad que el sistema binario ha inculcado en nuestras vidas.
Aunque la victoria definitiva pertenece a aquellos que, una vez ajustados sus circuitos, resisten a la tentación de reconectarlos mientras hacen colas en la Operación Retorno.
Ilustraciones de © Dave Malan
¿Qué garantiza la seguridad: conectar una alarma o desconectar el temporizador de una bomba? Si estamos a oscuras, abriremos el interruptor; pero si además huele a gas, nos aseguraremos de cerrarlo.
Conectar o desconectar: dos conceptos que suscitan un debate ético cuando la decisión afecta a la vida y a la dignidad, pero que pueden resultar intercambiables al integrarse en nuestra cotidianidad.
El reciente Paréntesis Primaveral (a.k.a. Semana Santa) ha sido para muchos una oportunidad de CONECTAR: con sus aficiones y los hobbies que el día a día les impide practicar; con su lado más perverso o gamberro, o rural o bucólico; con su espíritu aventurero, anacoreta, sibarita o seductor; con su lista de asuntos pendientes, ya sean reparaciones caseras, actualización del correo electrónico, visionado continuo de series bajadas de Internet o visitas a amigos; con su yo interno, su fe o sus adormecidos instintos, como leer, hacer el amor con su pareja o simplemente pensar (no confundir con pensar simplemente).
Otros tantos han elevado a categoría de experiencia vital el arte de DESCONECTAR: de un trabajo que odian o llamadas telefónicas que les abruman; de rutinas amenazantes, sedentarismo o estrés; de dietas opresoras, relojes omnipresentes y transportes públicos; o de contaminaciones atmosféricas, acústicas y, sobre todo, informativas.
Todos ellos, optasen por conectar o desconectar, con/de la realidad, con/de su vida paralela, aspiraron primero a ello, se empeñaron en obtenerlo y, finalmente, lo consiguieron. Es el triunfo de la dualidad que el sistema binario ha inculcado en nuestras vidas.
Aunque la victoria definitiva pertenece a aquellos que, una vez ajustados sus circuitos, resisten a la tentación de reconectarlos mientras hacen colas en la Operación Retorno.
Ilustraciones de © Dave Malan
3 perplejos apuntes:
Buena reflexión, pero desgraciadamente, otros no hemos tenido la oportunidad de desconcetar o conctar, pues nuestros trabajos siguen aún cuando es fiesta. Pero reconozco, que cuando tengo la oportunidad, hago las dos cosas, desconectar primero, y conctar en algo diferente.
Saludos y bonitas ilustraciones.
Para capacidad en todo tipo de “conectabilidades”: por aquí abajo; que aún estamos guardando la túnica y el “ciertopelo”, digo terciopelo, y ya planchamos lunares y volantes.
Pero el año que viene será “el más difícil todavía”, como en el circo, ya que tan sólo cinco días después al Domingo de Ramos comenzará la Feria de Abril; para hacer honor a su nombre.
Buena oportunidad para los que celebráis más la Pascua que la Pasión, y hacer una visita por aquí, enlazando además con el puente del 1 de mayo ;-)
A la redacción de Comunicación Viciada nos parece que para conectarte a algo antes tienes que desconectarte. Estar conectado a muchos sitios puede acabar cortocircuito...
¡Un placer pasar por este blog!
Comunicación Viciada
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