El artista José Manuel Ballester propone en la galería “Distrito Cu4tro” de Madrid una subversión artística que es en realidad una reivindicación del género pictórico del paisaje. No fue hasta finales del siglo XVII cuando empezó a considerarse que los lienzos podían resultar atractivos sin que hubiera en ellos rastro humano. Hasta entonces, la presencia de las figuras era el tema y el vehículo de expresión, mientras que los espacios no eran sino el decorado, real o metafórico, de la anécdota humana.
Para “corregir” esta infamia, Ballester ha elegido media docena de cuadros emblemáticos del Museo del Prado y los ha desposeído de la presencia abusiva del hombre. Su proyecto “Espacios ocultos” (que puede verse hasta el 23 de octubre en la citada galería) otorga a los escenarios un papel más que relevante exclusivo, recomponiendo obras clásicas de pintores italianos y de los Países Bajos, que aparecen cual escenarios desnudos, limpios de contaminantes siluetas figurativas.
Se agradece el “retoque” en las tablas de Sandro Boticelli que recogen la “Historia de Nastagio degli Onestio”, inspirada en “El Decameron” de Boccaccio. Aquí la sádica contemplación del tormento de la doncella da paso a un idílico bosque donde la paz sólo es posible en ausencia del hombre.
La defensa del escenario plantea al mismo tiempo la paradoja: ¿Qué sentido tiene la “Anunciación” de Fra Angelico sin María ni el arcángel?
Para “corregir” esta infamia, Ballester ha elegido media docena de cuadros emblemáticos del Museo del Prado y los ha desposeído de la presencia abusiva del hombre. Su proyecto “Espacios ocultos” (que puede verse hasta el 23 de octubre en la citada galería) otorga a los escenarios un papel más que relevante exclusivo, recomponiendo obras clásicas de pintores italianos y de los Países Bajos, que aparecen cual escenarios desnudos, limpios de contaminantes siluetas figurativas.
Se agradece el “retoque” en las tablas de Sandro Boticelli que recogen la “Historia de Nastagio degli Onestio”, inspirada en “El Decameron” de Boccaccio. Aquí la sádica contemplación del tormento de la doncella da paso a un idílico bosque donde la paz sólo es posible en ausencia del hombre.
La defensa del escenario plantea al mismo tiempo la paradoja: ¿Qué sentido tiene la “Anunciación” de Fra Angelico sin María ni el arcángel?
En "Espacios Ocultos" (que dejan de serlo) el paisaje es el mensaje. Pero aun cuando se erige en protagonista, en algunos casos cuesta observar los cuadros sin la referencia antigua de los humanos y sus quehaceres.
Particularmente inhóspito aparece el tríptico de “El jardín de las delicias”, de El Bosco, un escenario yermo y completamente descontextualizado que nos remite a imágenes cinematográficas igualmente inquietantes y desoladoras: las de ciudades antaño sobre pobladas y ahora desiertas por la propia locura humana.
CONTINÚA EN: “La deshumanización del escenario”
Particularmente inhóspito aparece el tríptico de “El jardín de las delicias”, de El Bosco, un escenario yermo y completamente descontextualizado que nos remite a imágenes cinematográficas igualmente inquietantes y desoladoras: las de ciudades antaño sobre pobladas y ahora desiertas por la propia locura humana.
CONTINÚA EN: “La deshumanización del escenario”
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