¡Perplejo!

Este mes cumplimos nuestro primer año en la Red y me ha dado por hacer una pedestre auditoría. A la fecha han sido más de 16.000 visitas para más de 200 artículos sobre cine, tv, publicidad, música, arte y fotografía.

He descubierto -con cierta desazón- que el más consultado es uno en el que me hago eco de una fantástica campaña de publicidad creada por la agencia Neogama/BBH. Advierte de los peligros que Internet depara a los pequeños si les dejamos campar a sus anchas sin la precaución de filtrar ciertos contenidos, principalmente los relacionados con el sexo. Para ello utilizan imágenes de peluches despojándose de su piel de trapo al estilo de una stripper. Un mono, un osito o una vaca de felpa adoptan posturas eróticas sin perder su candidez lanzando un contundente y explícito mensaje de alerta.

Lo que me desconcierta es la sospecha de que el artículo no es el más popular de mi modesta bitácora por méritos propios o por la calidad de la campaña. Me temo que los buscadores automatizados han re-interpretado el título de forma que lo han hecho interesante en sentido inverso y han podido atraer a cierto tipo de usuarios. Eliminen la coma de “Niños, desnudos e Internet” y entenderán a qué me refiero.

Se produce la paradoja de que, por prevenir sobre un asunto delicado, se genera expectación sobre ese mismo asunto. Algo parecido a lo que ocurre con la anorexia, de la que hablé en su momento y el tercer post más leído, por cierto. Aseguran que la peor forma de combatirla es hablando de ella, aunque sea para sensibilizar sobre sus nefastas consecuencias.

Puede que la premisa alcance otros temas delicados, y quizá por ello el Gobierno ninguneó durante meses la crisis económica: para no potenciarla. Según algunos expertos ésta es la justificación lógica. Pero ¿cómo advertir del peligro de algo sin mencionar ese algo?