«Si eres friki, reivindícalo». Es la síntesis del Manifiesto redactado por el Señor Buebo, promotor del Día del Orgullo Friki, que llegó a su quinta edición el pasado martes. Y lo canta Leonardo Dantés, icono de una subcultura musical amparada por el frikismo patrio.
Estas celebraciones remiten más al "goscinnyano" Día de los Locos que al reivindicativo de la Mujer, aunque muchos de sus prosélitos lo interpretan al revés y alardean de estar llevando a cabo una revolución contra la tiranía de ser como todos. El peligro de “querer ser” diferente es acabar siendo uno más.
Escuchaba esta semana en la radio a una experta en tendencias explicando que los tatuajes y los piercings están hoy muy mal vistos, pues indican que la persona que los lleva tiene graves problemas de identidad no resueltos en su vida. Qué estarán pensando los millones de adolescentes que se perforaron medio cuerpo y se pintaron el otro medio “para diferenciarse”. Resulta que, después de todo –y en contra de lo que les dijeron- sólo se trataba de una moda más, como la de ponerse calentadores o llevar pantalones piratas.
La (sub)cultura friki genera una suerte de autocatalogación: geeks, nerds, otakus, gamers, cosplayers, trekkies, losties… Pero, a grosso modo, podrían dividirse en dos grandes grupos: los que piensan y los que no.
El segundo es mayoritario y comprende a los que asimilan el frikismo como un estilo de vida más, en el que se sienten cómodos e incluso a salvo, pese a que les consideren raros o extravagantes. Creen formar parte de un colectivo especial, lo que alimenta su autoestima. Esta pertenencia exige consumismo, implica gregarismo y, en última instancia, anula la propia identidad; pero no son conscientes de ello. Actúan al dictado de los otros, que son aquellos que articulan discursos y plantean debates sociales de trascendencia.
A estos no les motiva la autoafirmación sino la vanidad. Para ellos el frikismo es un camino para adquirir notoriedad, influencia y poder. Son los peligrosos, porque en su Manifiesto incluyen el derecho a dominar el mundo. Y, para mí, que hablan en serio.
Estas celebraciones remiten más al "goscinnyano" Día de los Locos que al reivindicativo de la Mujer, aunque muchos de sus prosélitos lo interpretan al revés y alardean de estar llevando a cabo una revolución contra la tiranía de ser como todos. El peligro de “querer ser” diferente es acabar siendo uno más.
Escuchaba esta semana en la radio a una experta en tendencias explicando que los tatuajes y los piercings están hoy muy mal vistos, pues indican que la persona que los lleva tiene graves problemas de identidad no resueltos en su vida. Qué estarán pensando los millones de adolescentes que se perforaron medio cuerpo y se pintaron el otro medio “para diferenciarse”. Resulta que, después de todo –y en contra de lo que les dijeron- sólo se trataba de una moda más, como la de ponerse calentadores o llevar pantalones piratas.
La (sub)cultura friki genera una suerte de autocatalogación: geeks, nerds, otakus, gamers, cosplayers, trekkies, losties… Pero, a grosso modo, podrían dividirse en dos grandes grupos: los que piensan y los que no.
El segundo es mayoritario y comprende a los que asimilan el frikismo como un estilo de vida más, en el que se sienten cómodos e incluso a salvo, pese a que les consideren raros o extravagantes. Creen formar parte de un colectivo especial, lo que alimenta su autoestima. Esta pertenencia exige consumismo, implica gregarismo y, en última instancia, anula la propia identidad; pero no son conscientes de ello. Actúan al dictado de los otros, que son aquellos que articulan discursos y plantean debates sociales de trascendencia.
A estos no les motiva la autoafirmación sino la vanidad. Para ellos el frikismo es un camino para adquirir notoriedad, influencia y poder. Son los peligrosos, porque en su Manifiesto incluyen el derecho a dominar el mundo. Y, para mí, que hablan en serio.
2 perplejos apuntes:
Sigo haciéndome un cacao. Este término de friki se ha desvirtuado aquí en España, ¿no?
¿Igual de friki es un seguidor de Star Wars que un fan de Belén Esteban? Que inventen un término distinto para diferenciarlos, poramordedios!!
Hay la tira de términos, pero en el fondo todos tienen grandes similitudes. Los seguidores de sagas o series pueden ser frikis, simples fans o admiradores... !)
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