A menudo los números tienen una carga simbólica brutal. No es lo mismo tener 2 veleros que quedarse a 2 velas, sacar un 10 en Mates que quedarse con 10 en la final de la Champions; acostarse a las 3 que levantarse a las 3, o a la de 3…
Pero algunos números adolecen de cualquier significación. Es el caso de la cifra del DNI. Al contrario que el guarismo de la Seguridad Social, que da información relevante sobre el individuo, el del carné no define a su propietario. Da igual ser el 33.785.860 que el 31.678.222. El número de nuestro documento nacional de identidad ofrece cualquier cosa menos identidad.
Por tal motivo sugiero que se les permita adquirirla sin por ello poner patas arriba el sistema numérico de identificación de ciudadanos.
La propuesta es colorearlos, permitir que quien lo lleva pueda determinar su variación cromática en función de su personalidad, oficio o actitud ante la vida. La pigmentación numérica es una de nuestras asignaturas pendientes, con la indecorosa excepción de los números rojos, que todo el mundo quiere evitar, y del triplete blanco-negro-rojo que articula los calendarios y estigmatiza a los ludópatas.
La customización de esa cifra neutra y perpetuamente negra (como el previsible mal humor de quien así la instauró) puede convertirse en un experimento estimulante y divertido.
Por ejemplo: el azul, en sus diversas tonalidades, para los amantes de los deportes de riesgo: celeste para paracaidistas, marino para surferos, turquesa para submarinistas... El amarillo sería exclusivo de gacetilleros sensacionalistas, el burdeos de enólogos y sommeliers, y el blanco de dentistas y escritores con la mente distraída o en horas bajas.
El caqui para las feministas más guerreras, el naranja para los que saben sacar jugo a la vida, el pistacho para los que acostumbran a dar la nota, el salmón para los que siempre van a contracorriente y el verde para los inmaduros, ya que los ecologistas, dado el aspecto actual de nuestros bosques, se decantarían por el ceniza.
Por su actitud frente a la vida el rojo distinguiría a los valientes, el gris a los pusilánimes y el marrón a los cagaos. Los tunos seguirían llevando el negro, pero aplicarían el fucsia a la unidad de millar, a modo del clavelito de su corazón. La alternancia cromática causaría furor entre los futboleros: azulgrana, verdiblanco, blanquiazul… Y previsiblemente su versión extrema sería cosa de los gays y su arco iris. Piénsenlo. Si funcionó con los contenedores ¿por qué no con los números más insulsos de nuestra vida?
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Pero algunos números adolecen de cualquier significación. Es el caso de la cifra del DNI. Al contrario que el guarismo de la Seguridad Social, que da información relevante sobre el individuo, el del carné no define a su propietario. Da igual ser el 33.785.860 que el 31.678.222. El número de nuestro documento nacional de identidad ofrece cualquier cosa menos identidad.
Por tal motivo sugiero que se les permita adquirirla sin por ello poner patas arriba el sistema numérico de identificación de ciudadanos.
La propuesta es colorearlos, permitir que quien lo lleva pueda determinar su variación cromática en función de su personalidad, oficio o actitud ante la vida. La pigmentación numérica es una de nuestras asignaturas pendientes, con la indecorosa excepción de los números rojos, que todo el mundo quiere evitar, y del triplete blanco-negro-rojo que articula los calendarios y estigmatiza a los ludópatas.
La customización de esa cifra neutra y perpetuamente negra (como el previsible mal humor de quien así la instauró) puede convertirse en un experimento estimulante y divertido.
Por ejemplo: el azul, en sus diversas tonalidades, para los amantes de los deportes de riesgo: celeste para paracaidistas, marino para surferos, turquesa para submarinistas... El amarillo sería exclusivo de gacetilleros sensacionalistas, el burdeos de enólogos y sommeliers, y el blanco de dentistas y escritores con la mente distraída o en horas bajas.
El caqui para las feministas más guerreras, el naranja para los que saben sacar jugo a la vida, el pistacho para los que acostumbran a dar la nota, el salmón para los que siempre van a contracorriente y el verde para los inmaduros, ya que los ecologistas, dado el aspecto actual de nuestros bosques, se decantarían por el ceniza.
Por su actitud frente a la vida el rojo distinguiría a los valientes, el gris a los pusilánimes y el marrón a los cagaos. Los tunos seguirían llevando el negro, pero aplicarían el fucsia a la unidad de millar, a modo del clavelito de su corazón. La alternancia cromática causaría furor entre los futboleros: azulgrana, verdiblanco, blanquiazul… Y previsiblemente su versión extrema sería cosa de los gays y su arco iris. Piénsenlo. Si funcionó con los contenedores ¿por qué no con los números más insulsos de nuestra vida?
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12 perplejos apuntes:
Que estimulante, la verdad es que hay dias que depende de como te levantas ves las coiertosas de diferente color.
Me ha encantado, por cierto, mi color es el verde.
Saludos!!
Palabro: lituse
Peli: "lituse lo que hicisteis el último verano"
Quería decir "las cosas se ven..." no se que le ha pasado a mi teclao :)
Buena idea Perplejo. Yo me quedaría con números blancos sobre un fondo multicolor.
De todas formas me quedaría también con el DNI actual para los momentos depres.
Saludos
Yo suelo tender al rojo incandescente pero cuando he de renovar DNI me pongo negro.
Un saludo colorido!
Ponle tú los colores al mundo, no dejes que el mundo te ponga los colores a ti!!! Ohh Yeahh!!
Patty: También molaría que llevasen un sensor emocional y que los números cambiasen de color en virtud del estado de ánimo.
Extraño: Como es evidente que no nos basta con uno, tendrían que inventar el customizable 100%. La cifra no cambia, la manera de mostrarla si.
JuanRa: Y seguro que pones verde al funcionario de turno al que le ha caído el marrón de pringar en época estival !)
Ex Anónima: Eso Ohhh Yeahhh!!
Exelente relato!!! Esos que te obligan a reflexionar, mientras se escapa una sonrisa. Ja ja!! De verdad exlenete relato. Es cierto todo lo que aquí decís. A mí, por supuesto, me encuadra el color caqui perfectamente. Saludos y gracias también por conectarte en mi blog. Nos vemos!!
Exelente relato!!! Esos que te obligan a reflexionar, mientras se escapa una sonrisa. Ja ja!! De verdad exlenete relato. Es cierto todo lo que aquí decís. A mí, por supuesto, me encuadra el color caqui perfectamente. Saludos y gracias también por conectarte en mi blog. Nos vemos!!
Graciana: Bienvenida !) Celebro haberte hecho sonreír. Aquí hay mucho de esto; y cuando no montamos unos debates que agárrate. Seguro que el post que he publicado hoy "Juventud" levanta algunas ampollas, pero de eso se trata... Nos vemos... y leemos !)
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