Por lo general los guionistas que dan el salto a la dirección suelen realizar buenas películas; y Michael Crichton no era una excepción. En su caso, como el de otros novelistas de éxito que prueban suerte en el cine, fue objeto de críticas y descalificaciones por parte de quienes lo consideraban un advenedizo. De muchas de estas envidiosas puyas, Crichton se desquitó con creces cuando Spielberg revolucionó (otra vez) la industria del espectáculo y sus negocios satélites adaptando “Parque Jurásico”. También calló muchas bocas creando una de las series más emblemáticas de la televisión, referente del género hospitalario e inicio de la reivindicación artística y cualitativa de la nueva narrativa televisiva: “ER (Urgencias)”. Pero hay mucho más -y más interesante- en la trayectoria de este singular escritor y cineasta.
Desde su primera incursión en el universo del celuloide con “La amenaza de Andrómeda” Crichton fue siempre por delante. No sólo en el género fantástico, sino también abordando problemáticas sociales de primer orden desde un punto de vista alternativo y en consecuencia polémico. Por ejemplo: “Acoso”, planteando con valentía una historia donde la víctima –contraviniendo el status quo- es el hombre. O “Coma”, una angustiosa visión del tráfico de órganos.
Es cierto que algunas (oportunistas) adaptaciones que se hicieron de sus novelas fracasaron en taquilla (“Esfera”, “Sol naciente”, "Congo"), o simplemente dieron a luz mediocres productos ("Timeline", "Next"). Pero también fueron condenadas al limbo de los mal llamados films menores pequeñas joyas en las que él mismo cogió las riendas del proyecto para convertirlas en una propuesta más personal. Hablaré de tres de ellas:
Simpática película de género, ambientada en la época victoriana y que reconstruía el histórico golpe. Un Sean Connery pletórico (entre Thomas Crown y John McLaine) y un Donald Sutherland en su vertiente más payasa planeaban hacerse con un cargamento de lingotes de oro a bordo de un tren en marcha. A la pareja de ladrones se les unía como hermoso contrapunto la bella Lesley Ann Down. Como la mayoría de films de los años 70 conserva aún hoy aquel encanto que las mantiene en forma, muy al contrario de muchas películas de los noventa, que han envejecido sin tal dignidad vaya usted a saber por qué. Recuerdo de manera especial la espectacular evasión de la cárcel de un saltimbanqui rodada en un plano secuencia.
Una fábula sobre el hedonismo ambientada en un parque temático donde los robots con apariencia humana están programados para satisfacer las fantasías de los visitantes. Esta simbiosis entre “Isla fantasía” y "Yo, robot" era una crítica al clasismo, la esclavitud y la arrogancia del ser humano. Un Yul Bryner decadente aceptó parodiar su personaje de “Los siete magníficos” para convertirse en el precedente de los Nexus6 de “Blade Runner”, un robot que se rebela contra su destino (en este caso por un fallo en sus circuitos) y se convierte en una suerte de Terminator que arrasa con todo lo que le sale al paso, sembrando el caos y el pánico en un entorno diseñado para el placer y la diversión.
Por alguna razón que se me escapa, este film de aventuras apasionante, a ratos terrorífico y brillantemente planificado no agradó ni a crítica ni a público. Puede que la presencia de Antonio Banderas (a mi juicio en su mejor papel heróico), o quizá un rodaje conflictivo que, como suele ocurrir, acaba perjudicando a la promoción de la película. El caso es que las diferencias artísticas entre Crichton (guionista/productor ejecutivo) y John McTiernan (director) acabaron con la marcha de éste último a medio camino. Aunque el artífice de "Jungla de cristal" mantiene su nombre en los créditos se sabe que –como hiciera Kevin Costner con “Waterworld”- Crichton se hizo cargo de la dirección y el montaje definitivo. Para variar, el film fue duramente criticado por dar una visión irreal de los vikingos –como si una película fuese una clase magistral de historia. Ataques, por cierto, que fueron más discretos con “Gladiator”, que incurría en idénticos “errores” y cuyo pulso narrativo poco tiene que envidiar este film "menor" del novelista-cineasta tecnocientífico.
Una secuencia magnífica es aquella en la que Ibn (el extranjero incorporado al grupo de guerreros valientes que acuden a la llamada de socorro de un poblado aterorrizado por los devoradores de cadáveres) aprende a descifrar la lengua de los vikingos mientras estos se divierten a la luz de la lumbre. A través del uso del montaje secuencia y la elipsis asistimos al proceso de Ibn (Banderas), escuchando en silencio e identificando palabras sueltas que poco a poco se convierten en frases. Un recurso inteligente que elimina a partir de este momento la barrera idiomática entre los vikingos y el árabe. Desde este momento Ibn (y el público) ya les entiende en una única lengua.
Desde su primera incursión en el universo del celuloide con “La amenaza de Andrómeda” Crichton fue siempre por delante. No sólo en el género fantástico, sino también abordando problemáticas sociales de primer orden desde un punto de vista alternativo y en consecuencia polémico. Por ejemplo: “Acoso”, planteando con valentía una historia donde la víctima –contraviniendo el status quo- es el hombre. O “Coma”, una angustiosa visión del tráfico de órganos.
Es cierto que algunas (oportunistas) adaptaciones que se hicieron de sus novelas fracasaron en taquilla (“Esfera”, “Sol naciente”, "Congo"), o simplemente dieron a luz mediocres productos ("Timeline", "Next"). Pero también fueron condenadas al limbo de los mal llamados films menores pequeñas joyas en las que él mismo cogió las riendas del proyecto para convertirlas en una propuesta más personal. Hablaré de tres de ellas:
El primer gran asalto al tren
Simpática película de género, ambientada en la época victoriana y que reconstruía el histórico golpe. Un Sean Connery pletórico (entre Thomas Crown y John McLaine) y un Donald Sutherland en su vertiente más payasa planeaban hacerse con un cargamento de lingotes de oro a bordo de un tren en marcha. A la pareja de ladrones se les unía como hermoso contrapunto la bella Lesley Ann Down. Como la mayoría de films de los años 70 conserva aún hoy aquel encanto que las mantiene en forma, muy al contrario de muchas películas de los noventa, que han envejecido sin tal dignidad vaya usted a saber por qué. Recuerdo de manera especial la espectacular evasión de la cárcel de un saltimbanqui rodada en un plano secuencia.
Ya puestos en la vorágine "remakera" de Hollywood, ¿para cuándo una versión con George Clooney, Hugh Laurie y Megan Fox, por ejemplo?
Almas de metal
Una fábula sobre el hedonismo ambientada en un parque temático donde los robots con apariencia humana están programados para satisfacer las fantasías de los visitantes. Esta simbiosis entre “Isla fantasía” y "Yo, robot" era una crítica al clasismo, la esclavitud y la arrogancia del ser humano. Un Yul Bryner decadente aceptó parodiar su personaje de “Los siete magníficos” para convertirse en el precedente de los Nexus6 de “Blade Runner”, un robot que se rebela contra su destino (en este caso por un fallo en sus circuitos) y se convierte en una suerte de Terminator que arrasa con todo lo que le sale al paso, sembrando el caos y el pánico en un entorno diseñado para el placer y la diversión.
Tuvo una secuela, "Mundo futuro", y supuso una inflexión en la utilización de los efectos especiales, ya que por primera vez se usaron trucos digitales. Una vez más, Crichton se adelantaba a su tiempo.
El guerrero número 13
Por alguna razón que se me escapa, este film de aventuras apasionante, a ratos terrorífico y brillantemente planificado no agradó ni a crítica ni a público. Puede que la presencia de Antonio Banderas (a mi juicio en su mejor papel heróico), o quizá un rodaje conflictivo que, como suele ocurrir, acaba perjudicando a la promoción de la película. El caso es que las diferencias artísticas entre Crichton (guionista/productor ejecutivo) y John McTiernan (director) acabaron con la marcha de éste último a medio camino. Aunque el artífice de "Jungla de cristal" mantiene su nombre en los créditos se sabe que –como hiciera Kevin Costner con “Waterworld”- Crichton se hizo cargo de la dirección y el montaje definitivo. Para variar, el film fue duramente criticado por dar una visión irreal de los vikingos –como si una película fuese una clase magistral de historia. Ataques, por cierto, que fueron más discretos con “Gladiator”, que incurría en idénticos “errores” y cuyo pulso narrativo poco tiene que envidiar este film "menor" del novelista-cineasta tecnocientífico.
Quizás el tiempo y el dvd (si se comercializa alguna versión especial con abundante material complementario y no la raquítica edición actual) coloquen a esta variante normanda de “Doce del patíbulo” en el lugar que se merece.
Una secuencia magnífica es aquella en la que Ibn (el extranjero incorporado al grupo de guerreros valientes que acuden a la llamada de socorro de un poblado aterorrizado por los devoradores de cadáveres) aprende a descifrar la lengua de los vikingos mientras estos se divierten a la luz de la lumbre. A través del uso del montaje secuencia y la elipsis asistimos al proceso de Ibn (Banderas), escuchando en silencio e identificando palabras sueltas que poco a poco se convierten en frases. Un recurso inteligente que elimina a partir de este momento la barrera idiomática entre los vikingos y el árabe. Desde este momento Ibn (y el público) ya les entiende en una única lengua.
(!)
6 perplejos apuntes:
El primer gran asalto al tren me encantó.
Tienes un blog interesante, te añado a favoritos ;)
A mí también. Me apunto el dato. (!)
Como si tuviera films 'mayores'.
"Menor" = inferior a la media o lo normal; no implica necesariamente que exista "Mayor", superior a la media o lo normal.
Por lo general evito expresarme en términos absolutos, una práctica reduccionista y extendida de la que veo es usted partidario, mr moviola: en su blog califica a películas de las que ofrece fragmentos youtuberos como "la mejor de...", e incluso presenta una escena de Besos robados como quizá la "escena cumbre" de "toda" la filmografía de François Truffaut (las comillas son mías). Una de dos: o su listón de "obra cumbre de toda una filmografía" es muy baja o, sencillamente, ha visto pocos films del, por otro lado, admirado Truffaut.
Saludos Perplejos, mr moviola!
M'encanta aquesta peli!! La veritat és que no esperaba gran cosa i ja la he vist varies vegades!!
I estic d'acrod amb tu en l'escena de quan descobreix l'idioma, de fet, quan he començat a llegir he pensat "ostras, li diré!" però mia tu per on te me has adelantado...Se nota quien es "profesional"
Escric sobre tot allò que “m’hi arriba”, més enllà dels tecnicismes. El meu pare pensa que no gaudeixo del cinema perquè sempre l’estic analitzant. Jo crec que és al revés: justament perquè no puc deixar d’analitzar-lo la meva experiència cinematogràfica és més intensa, agradable i divertida. Benvinguda, Anna. Torna-hi i sort amb el teu nou nat bloc! (!)
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