La muchacha se muestra optimista. El número del décimo que ha comprado para el sorteo del Niño coincide con el de su fecha de nacimiento. Espera mucho del nuevo año y confía en que le alcance la fortuna. Para empezar, éste es un año bisiesto, lo que certifica su generosidad, ya que, de entrada, regala un día de más.
Si no es dinero podría ser gloria lo que obtenga de él. El 20 de agosto, en Pekín, se celebrará la final de su disciplina deportiva. Será miércoles y la chica aspira a estar allí, dispuesta a hacer historia. Quizá la curiosa combinación de los dígitos pronostique su éxito: 20-08-2008. A la chica le encanta fantasear con ello.
Recuerda que el primer poema de su infancia fue “La canción del pirata”. En marzo se conmemora el 200 aniversario de José de Espronceda. Ella memorizó aquel texto a los 8 años: 200-8. ¿Otra casualidad? La chica se sienta y juguetea con los números: 2 y 8 (los ceros no cuentan). Dos veces ocho son 16. 1+6 es igual a 7. Dicen que simboliza la perfección. La cosa promete. Otra variante: 2+0+0+8 suman 10. 1+0=1. ¡1! ¿Ser la primera? ¿El mejor año? ¿El inicio de algo grande? ¿Un nuevo comienzo…? “Dos mil ocho”. Son 10 letras. El mensaje subyace. Lograr la plenitud, conseguir el 10.
No todas las combinaciones son estimulantes. Los dos ceros son como el símbolo del infinito. El ocho, aunque erguido, tiene la misma forma. ¿Significa que lo que era infinito dejará de serlo? La correspondencia de los valores numéricos con letras tampoco le gusta. El 2 es una B. El 8 es una H. “BOOH” Suena como el abucheo del público. ¿Vaticinan el fracaso?
Puede que esté en la final de Pekín. Puede que gane la Lotería… ¿Se darán las circunstancias idóneas que anticipan los números? Si no es así, siempre podrá asistir ese miércoles señalado de agosto al pre estreno de la última película de su saga favorita: “Scream 4”. Y si tampoco esto le es posible, podrá contentarse con haber vivido este año un día más de propina. Ya lo dije antes. La muchacha se muestra optimista.
Si no es dinero podría ser gloria lo que obtenga de él. El 20 de agosto, en Pekín, se celebrará la final de su disciplina deportiva. Será miércoles y la chica aspira a estar allí, dispuesta a hacer historia. Quizá la curiosa combinación de los dígitos pronostique su éxito: 20-08-2008. A la chica le encanta fantasear con ello.
Recuerda que el primer poema de su infancia fue “La canción del pirata”. En marzo se conmemora el 200 aniversario de José de Espronceda. Ella memorizó aquel texto a los 8 años: 200-8. ¿Otra casualidad? La chica se sienta y juguetea con los números: 2 y 8 (los ceros no cuentan). Dos veces ocho son 16. 1+6 es igual a 7. Dicen que simboliza la perfección. La cosa promete. Otra variante: 2+0+0+8 suman 10. 1+0=1. ¡1! ¿Ser la primera? ¿El mejor año? ¿El inicio de algo grande? ¿Un nuevo comienzo…? “Dos mil ocho”. Son 10 letras. El mensaje subyace. Lograr la plenitud, conseguir el 10.
No todas las combinaciones son estimulantes. Los dos ceros son como el símbolo del infinito. El ocho, aunque erguido, tiene la misma forma. ¿Significa que lo que era infinito dejará de serlo? La correspondencia de los valores numéricos con letras tampoco le gusta. El 2 es una B. El 8 es una H. “BOOH” Suena como el abucheo del público. ¿Vaticinan el fracaso?
Puede que esté en la final de Pekín. Puede que gane la Lotería… ¿Se darán las circunstancias idóneas que anticipan los números? Si no es así, siempre podrá asistir ese miércoles señalado de agosto al pre estreno de la última película de su saga favorita: “Scream 4”. Y si tampoco esto le es posible, podrá contentarse con haber vivido este año un día más de propina. Ya lo dije antes. La muchacha se muestra optimista.
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